sábado, 4 de diciembre de 2010

" H O P E " OS para Hill.



Ella lo miro desde una esquina de ese gigantesco gimnasio, ahora convertido en un salón para celebrar el baile de invierno. La decoración consistía en azules, verdes, rojos y blancos. En ese momento una banda romántica sonaba y todas las parejas bailaban lentamente, alguna se besaban, aprovechando que la luz era baja, los que carecían de pareja se había ido hace mucho, pero ella seguía ahí, en esa oscura esquina careciente de cualquier luz, de cualquier romance.

Ella no sabía porque seguía ahí, observándolo bailas con otra, acariciarla, besarla. Más no había podido irse. Hace rato sus lagrimas habían empezado a caer, desbordando el maquillaje que con tanto esmero se había aplicado horas atrás.

La música cambio, pasando a un ritmo aun más lento, más provocativo. Miro como él se la llevaba lentamente hasta una pared y dejaban de bailar, como ese beso se volvía más salvaje. En ese momento algo se rompió dentro de ella. Corrió hacia la salida exterior, que quedaba justamente al lado de los dos juntos besándose, dejo que la puerta se cerrara con estrepito, corriendo sin parar con sus altos tacones por la nieve. Se dejo llevar por sus pies hasta caer en una pequeña depresión, cubriéndose de nieve por todas partes. No se intento parar, solo siguió ahí mientras sus lagrimas caían, congelándola aun mas en ese frio clima.

Sabía que todo era su culpa, había tenido la oportunidad, más la había desaprovechando, había tenido demasiado miedo a dar otro paso. Al sentir como la nieve se empezaba a derretir alrededor de su cuerpo, se levanto castalleando los dientes. Ya había tomado una decisión, no volvería atrás, el último pedacito de sí que aun tenía esperanzas había muerto al verlo besándose con otra. Rodeándose los brazos con sus manos, comenzó a caminar por las calles cercanas a la fiesta, donde los chicos ya borrachos y felices caminaban hacia otras fiestas o a sus casas, donde los esperarían sus padres, sus hermanos o hasta esa persona especial con la que compartían su vida. Otros terminarían en un motel con la chica de turno, con el amor de sus vidas, en fin, ninguno de esos era el destino de ella esta noche. No lo seria nunca.

Siguió caminando hasta llegar al puente por el que pasaba un rio, se acerco a la barandilla y miro hacia abajo, a ese negro profundo que no reflejaba nada gracias al cielo encapotado por nubes, de las que caían ligeros copos de nieve. Aprecio como caían hacia el olvido.

“¿Podre hacerlo? ¿Me atrevería a intentarlo?” pensó por un momento, luego sacudió la cabeza “está demasiado oscuro, demasiado solitario, yo no quiero estar sola”

Un carro paso, iluminándola con sus focos y se detuvo al lado de ella. El impresionante Mustang blanco GT bajo la ventanilla del acompañante y prendieron la luz dentro del coche. Allí había un chico de cabellos oscuros, lentes oscuros y una camisa blanca hasta las muñecas. Este se inclino y sonrió

- ¿Estás perdida? ¿Necesitas alguien que te lleve?- ella sonrió y sacudió la cabeza, la cara del chico palideció – oye, ¿no habrás estado pensando tirarte verdad? Sé que no es de mi incumbencia, pero no me parece bien eso. Por favor, dime que no pensabas en tirarte.

La preocupación del chico la hizo reír. ¿Cómo, sin conocerla, le importaría que se lanzara de un puente?

- No, pero tampoco estoy perdida. Gracias, pero la verdad odio ese vacío que asfixia. Voy a mi casa, que queda opuesta a tu vía. Estaré bien, gracias.

- ¡Oh! – el chico sonrió – bueno, es una lástima que no aceptes mi ofrecimiento, pero está bien que no te lanzaras. Felices fiestas para ti. Y aléjate de esos lugares oscuros, a mí tampoco me gustan.

Ella sonrió, observo como el chico se arreglaba, subía el volumen de la radio y aceleraba. Su mirada se fue vaciando a medida que las luces del carro se perdían, yendo hacia algún lugar posiblemente acogedor. Ella volvió la mirada al puente y sacudió la cabeza. Siguió caminando, convencida que encontraría un modo menos aterrador de cumplir su cometido.

A medida que caminaba su cuerpo se insensibilizaba, dejándola fría por dentro y por fuera. Veía como en las casa las luces estaban encendidas, la gente feliz y celebrando. Miraba como aun algunos niños estaban afuera, bien abrigados mientras hacían travesuras. Ella añoro esos tiempos, en lo que lo más importante era idear un modo de hacer una travesura y algo mágico era perder un día de escuela.

Cuando llego a la única casa que tenía las luces apagadas camino hasta el porche y busco la llave en el pequeño bolso que tenía colgado al hombro, entro y cerró la puerta. Prendió una luz y miro el lugar.

Estaba tan frio como lo estaba ella. No había decoración de navidad, no había gente llenando la casa… no había familia. Subió las escaleras y llego a la habitación principal. Entro en el cuarto y se desvistió, busco una toalla en el armario y se seco. Tomo unos vaqueros desgastados y un jersey rojo. Se peino y bajo las escaleras con el pensamiento de “si voy a morir, ¿Por qué no hacerlo caliente y cómoda?”

Los pies descalzos hacían chillar la madera mientras entraba en una cocina que no se había usado en mucho tiempo. Abrió el primer cajón de la derecha y miro fijamente los cuchillos. Escogió el más pequeño y afilado, cerro el cajón y se fue al lavavajillas.

Miro la pequeña cocina. La ventana cerrada dejando ver un patio totalmente oscuro, un cielo encapotado y copos de nieve cayendo suavemente, observo las paredes recientemente pintadas y la cocina para nada pasada de moda.

“con todo esto, y ellos decidieron morir aquí… no me quedare sola… seguiré con mi familia” pensó al recordar como había encontrado a sus padres, sabiendo exactamente donde estaba cada mancha de sangre, aun bajo toda la pintura, exactamente donde había estado cada cuerpo inerte.

Comenzó probando un pequeño corte en el brazo, siseo ante el dolor y miro fijamente la raya de sangre que crecía y se deslizaba por su brazo, hasta gotear en el lavavajillas, caliente y viscosa. Sintió su pulso acelerarse y de repente, comenzó a llorar. No por tristeza como creerían los demás si la vieran, no porque se arrepintiera de lo que estaba a punto de hacer. Lloraba porque sabía que nadie vendría a salvarla, que pasaría mucho tiempo antes de que alguien la encontrara, porque no habría nadie que la extrañara de verdad.

Paso otro corte justo por su muñeca, destrozando la vena, la sangre comenzó a manar rápida y profundamente, dándole una sensación de mareo. Cayo al piso mientras dejaba manchas de sangre en él y en su ropa. Pasaron los minutos y sus lágrimas seguían cayendo silenciosamente por su cara mientras su sangre caía mas y mas rápidamente en el piso y corría hasta el desagüe. Su mirada se torno borrosa y dio un grito. Un estrepito sonó en sus oídos, mas estaba muy desorientada y no veía más que negro.

- ¡Emily! – grito una voz masculina muy reconocida para ella. En ese momento su mente se aclaro.

- Peter… no me dejes – dijo ella con voz muy baja, casi inaudible. Sintió el calor rodear su muñeca y apretar, ella gimió ante el dolor.

- Estarás bien, Em… te lo prometo pequeña… mas no te vayas… por favor.

Ella sintió como perdía la conciencia mientras escuchaba la desesperada voz de Peter hablar con alguien pidiendo ayuda. De algún modo la reconforto oír que se dirigía a ella mientras su conciencia la dejaba. Lucho más para poder oír su voz, mas todo se desvaneció.


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Ya era 25 de Diciembre… ella había estado más de 18 horas inconsciente.

Peter dio un largo suspiro mientras se mesaba el cabello. Aun no podía quitarse la imagen de cuando la encontró tirada en el piso, sangrando por esos dos cortes en el brazo izquierdo mientras se ovillaba, gimiendo.

¿Cómo podía haber hecho eso? ¿Por qué lo había hecho?

- Eso no importa ahora, al menos esta viva – dijo en voz baja mientras la miraba en la cama de hospital, aun pálida, conectada a todos esos monitores que no tenían sentido para él y a el IV que le suministraba sangre. Cada hora que pasaba se veía mejor, más cuando había llegado tuvieron que resucitarla dos veces y había estado en cuidados intensivos más de 6 horas hasta que lo habían dejado pasar y los trasladaron a una habitación por la que una enfermera pasaba cada cierto tiempo.

Llevado por un impulso, Peter tomo la mano de Emily, que estaba tibia. La acerco a su frente y cerró los ojos.

- Por favor Emily, no me dejes. No quiero que me abandones.

En ese momento le quedo claro que el había cometido un error, nunca debió de dejarla ir sola al baile. El había tenido miedo de invitarla, miedo de que la rechazara, ya que el sabia que ella estaba enamorada del chico popular. Entonces el se había quedado en su cuarto mientras la miraba irse, se había quedado viendo su casa, en espera de que volviera, mas se había quedad dormido. Cuando se despertó el había visto las luces prendidas y había ido para ver cómo le fue. Fue cuando oyó su grito desde la cocina y la encontró.

- Fui un idiota, lo sé, vuelve conmigo para que pueda arreglarlo Emily.

Miro por unos minutos mas como su pecho subía y bajaba suavemente mientras oía el pitido constante de uno de los monitores que creía era el que le tomaba el ritmo cardiaco. Poco a poco fue recostando su cabeza del lado de la cama mientras seguía apretando la mano de ella. El sonido constante y el sentir su mano tibia entre las suyas lo llevo lentamente a un sueño profundo.


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Peter volvió a entrar a la habitación de Emily en el hospital con un café. Eran las 10 de la noche y el no pensaba dormir ni un poco en la noche, había llamado a su padre después de despertar y le había pedido que le trajera ropa y su billetera para poder pasar la noche junto a Emily, el había accedido y al salir del trabajo le había dejado las cosas.

Ahora estaba cambiado y bien despierto, atento para cualquier cambio en Emily.

Al entrar vio a la enfermera de turno revisando los monitores y el cuentagotas, ahora suministrándole suero para mantenerla nutrida. Ella le dio una sonrisa compasiva, termino de anotar unas cosas en una carpeta guidada al borde de la cama y salió. El se sentó en el mismo sillón donde había estado desde que les dieron esa habitación, miro la cara de Emily, ya totalmente con color, oyó su respiración acompasada y suspiro de frustración. Se sentía desamparado, sin saber que iba a pasar. Solo podía sentarse ahí y esperar… y seguir esperando…

- Maldición, Em. Despierta, no puedo seguir así ¿Me oyes? No puedo estar sin ti. – dijo muy bajo mientras apoyaba las cuencas de sus ojos en sus palmas, intentando retener las lagrimas.

De repente se oyó un cambio en los sonidos de los monitores y un respiro agudo. El levanto la cabeza y miro como Emily abría los ojos como platos.

Su mirada estaba vidriosa y sus pupilas se movían nerviosamente, sin parpadear.

- ¿Emily? – dijo Peter con la voz ronca. Ella lo miro fijamente y se relajo un poco, parpadeo varias veces hasta enfocar mejor la vista.

- ¿Dónde estoy? No puedo estar muerta, en el infierno no hay ángeles. Tú no podrías estar aquí. ¿Dónde estoy, Peter? – su voz era rota, desorientada, con miedo. Sus ojos estaban negados en lágrimas de confusión y reflejaban pena. El se levanto y la abrazo.

- Estas viva, estas conmigo, eso es lo que vale – dijo inhalando profundamente, intentando contener un sollozo. Ella hizo un quejido y él la soltó, mas coloco sus manos en los hombros de ella y la miro fijamente - ¿Por qué lo hiciste Emily?

Ella aparto la mirada mientras lagrimas caían por su cara.

- Porque pensé que estaba sola, porque creí que ya no valía la pena.

- ¿Y qué hay de mí? ¿acaso no estoy contigo? – dijo él con los dientes apretados. Ella lo miro y un sollozo salió de su garganta, enterró su cara él en pecho de él y dejo las lagrimas fluir. Los monitores empezaron a sonar mientras ella lloraba en el.

- ¡NO LO PENSE! – dijo entre sollozos y lo abrazo con el brazo que no estaba conectado. El intento calmarla para evitar que las alarmas sonaran y se acercaran los doctores, el necesitaba un momento más con ella antes de eso.

- Shh… está bien, Emily. Más no lo vuelvas a hacer. Nunca – le tomo la barbilla y la hizo enfrentarlo – porque te juro que no podría sobrevivir sin ti. Te amo. No lo olvides. Jamás.

Mas lagrimas bajaban por sus mejillas, mas ella se quedo tranquila, excepto por su corazón, que latía desbocado, delatado por el monitor. Él le limpio las mejillas mientras se acercaba y le daba un beso en la cabeza. Ella se quedo muda un momento más.

- No quiero que vuelvas a esa casa, al menos no sola. – dijo el antes de enterrar su cara en el cabello de ella – y tampoco quiero que vuelvas a acercarte a los cuchillos, creo que acabo de desarrollar una fobia ante ellos. Y espero que, al menos, por mi bien, te alejes de ellos por un rato.

- ¿Y cómo cortaras la carne? – pregunto ella temblorosa. El rio bajo.

- Bien, te concedo un punto.

- No lo volveré a hacer Peter. Fui estúpida, mas no lo volveré a hacer. Solo no me dejes sola.

En ese momento llegaron las enfermeras y un doctor, lo apartaron para poder examinarla, más el no salió de la sala. Sus miradas no se separaron en ningún momento. Y llevada por un impulso nuevo, esperanzador, ella pronuncio unas palabras que re direccionarían su vida, mas ningún sonido salió de su boca.






“Te amo.”



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Hola a todos! se que hoy deberia de haber publicado la siguiente parte del cap en The Kings .-. 
Más no he tenido tiempo de hacer todos los arreglos y ando un poco muy corta de tiempo D:
Asi que hoy les traje este OS que se lo dedico a la preciosa Hill *---* (Girl, I Love Ya!)
Espero que les guste y comenten ^^

Bezoz.

1 comentario:

Mary dijo...

*__* me encanto!!!! siegue así es hermoso tierno!!