Pais: Venezuela.
Blog: No tiene.
Nombre del OS: Sin nombre.
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Termine de escribir el artículo en plena madrugada. Observe el reloj 3 en punto. ¡Qué buena hora para terminar la tarea que tienes que entregar hoy a las 5 am Cécile!, bueno pero lo cierto es que esta era yo, impuntual, siempre haciendo las cosas a última hora, pero es que sinceramente a última hora es que me salían mejor. Sonreí satisfecha de mi trabajo, releyendo las líneas, puliendo mis ideas. Finalicé por colocarle el título… el cual no tenía. ¿Qué titulo le pondría?, bien mejor lo pensaba después. .
Día 1.
Corrí apresurada sobre mis tacones, los marrones de cuero que había comprado la semana pasada, no es que me gustaran pero a él le encantaba el cuero, me había fijado bien, todas sus chaquetas, maletines, sombreros y zapatos poseían esta material. Me acomodé el cabello sin flequillo, como creía yo que le gustaba pues la última vez que lo llevé así su comentario termino escrito en mi agenda : “ Estas hermosa hoy Cecy”. Y claro su voz termino grabada en mi corazón. Lo amaba. Sin dudas, sin importar lo que dijesen, yo lo amaba. Llegué a la universidad, no había mucha gente, ¿quién se levantaba a las 5 a llevar un trabajo? Ah sí, yo por supuesto, solo para compartir un rato con él. Entre al salón, el 115, mi favorito. Y como de costumbre estaba allí, parado frente a un pizarrón, frente a un escrito, examinándolo. Analizándolo. Se percató de mi presencia y sonrió con ternura.
- Siempre tan puntual Vivianne – se aparto del pizarrón y se sentó en su escritorio. Odiaba que me dijera así, era mi primer nombre por supuesto pero mi madre siempre me decía por mi segundo, y así mis amigos, y así todas las personas que me rodeaban. No pude evitar arreglarme el cabello, era liso, castaño, y siempre había sido así. De adolescente, antes de entrar a la universidad me lo teñí una vez de rojo, porque me encantaba, pero al llegar y conocerlo, me pareció que tenía que crecer, o más bien el me hizo hacerlo. Me senté en frente de el con nerviosismo. No tenía la mínima idea de que hacer.
Suspiro apacible, con esa cierta amargura que lo caracterizaba. Miro al escritorio y luego elevó sus ojos verdes hacia mí, su pelo castaño oscuro desarreglado y ese aspecto tan sexy, tan atrevido de dejarse un poco la barba hoy resaltaban más que nunca.
- Hoy te dije para que vinieras, por una razón en especial… - comenzó a decir.
- Lo sé, para que te entregue el trabajo. Lo termine de punta en blanco, tienes que leerlo - dije con entusiasmo abriendo un poco la carpeta, el sonrió.
- De eso no tengo ninguna duda pequeña. – respondió con dulzura – pero no es precisamente esa la razón.
Me quedé algo ensimismada - ¿Y si no es eso entonces que es?
Trago con dificultad y tomo mi mano sobre el escritorio, su cálido tacto me calentó en segundos, me tranquilizo un poco.
- Me voy a mudar Ví. – dijo al fin. Tragué de repente un frío recorrió mi cuerpo, intente tranquilizarme y sacar unas palabras.
- Pero te mudarás cerca ¿no?
Negó con la cabeza y bajo la mirada. – Me voy del país.
Es increíble como cuatro palabras pueden girar tu vida. Como te la pueden cambiar en un instante. Pueden abofetearte justo en la cara, sin uso de tacto.
- Pero… tú no puedes irte Vincent, tu… y yo, nos amamos. – Me levanté mirándolo, titubeando - ¿cierto?
Se quedo callado y luego se levanto, metiendo las manos en los bolsillos… tranquilo, como si esto no doliera, como si no tuviese yo ningún significado en su vida.
- Yo te amo Cécile – respondió con seguridad tras unos minutos de silencio, matador silencio. – Pero el amor, no lo es todo.
- ¿Por qué no? ¡El amor lo puede todo Vince! – exclame desesperada, con miedo a perderlo, con lagrimas en mis mejillas.
- No lo es pequeña. No es así. Quiero tu trabajo, te mandaré la nota y la corrección en cuanto termine de leerlo. Tienes un nuevo profesor, es un buen amigo mío. Seguro te encantará. – sonrió con desgana.
- ¿Eso es todo? ¿No hay palabras? ¿No me dirás a donde te vas..? – no respondió ninguna de mis preguntas se acercó y acaricio mi mejilla…
- No te vayas – le supliqué viendo su rostro, su hermoso y perfecto rostro.
- Siempre estaré contigo Cécile … aquí – señalo su corazón – y aquí – señalo mi corazón, sonrió y viéndome a los ojos me beso. Me beso con dulzura, con amor, sus labios suaves eran como calma para mis lágrimas, eran como el sol en mi rostro, eran tranquilidad.
- Nunca me olvides pequeña. Eres la única mujer que he amado… - sin abrir los ojos, y apenas a unos milímetros de mi… sentí su mano buscando la mía, sentí como dejaba algo en ella. Sentí una cadena y palmee el dije de la misma, era una V, una V de Vincent y de Vivianne, una letra que nos unía.
- ¿Esto es un hasta nunca? – pregunté abrazándolo sin poder calmar mis lagrimas.
- Nunca digas nunca. – respondió aferrándose a mí. Y en aquella escena, triste, que quizás jamás sería capaz de entender porque ni como pasó, miré al pizarrón.
“Fuertes razones, hacen fuertes acciones” William Shakespeare.
Fruncí el ceño deseando saber que significaba aquello. Entonces como si me leyera la mente Vincent me susurro al oído.
- Cuando entiendas esa frase entonces entenderás… porque me he ido.
Y entonces cerré mis ojos, dejando caer la última lágrima que guardaba en ellos.
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2 comentarios:
¡Hola! Y aquí estoy leyendo este relato, y la verdad me ha encantado ¡Felicidades Karla! Y es cierto, clásico de terminar los deberos a ultima hora... lamento decir que yo soy igual, y a pesar de las lecciones de la vida no cambio xD.
Pero, bueno me gusto mucho, mucho, cargado de emciones. ¡Me encanto!
Sigo leyendo, los que siguen.
Adiós, y se cuidan.
Esta Muy Bueno, adivine uno de los personajes al instante... y es que esa rebelde es inconfundible xd jajaja (Siii, es contigo!!!! Se que lo lees!!) jajajaja...
Buena Suerte Karla, me ha encantado el Relato, las emociones son perfectas y como no... Terminar con una excelente frase de William S. (:
a Ver, que hoy me leo todos los relatos que publiques :D xd Sii, estoy de ociosa sin hacer nada jajaja...
Besos!!
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