Capitulo 2: El trato.
-Joven ama, aquí
esta el señor Hiug.- anuncio Fred, uno de los sirvientes, abriendo las puertas
dobles de la mansión.
Un hombre de
cabellera azabache, ojos profundos y piel como la porcelana, con un rostro que
demostraba no tener mas de treinta años. Entro con pasos elegantes y una
sonrisa perlada muy burlesca. Su vestimenta daba a demostrar ser un noble de
alto rango. Ese era Simon Hiug, un caballero con tanto dinero como carisma y
tantas mujeres como tierras inglesas. Un tipo sin igual y bastante cotizado
entre las señoritas de la alta sociedad.
-Mi lady.- canturreo
Simon, notando como en su campo de visión aparecía una adolescente con una
expresión sombría y un mayordomo vestido todo de negro. Como es costumbre, su adorada
sobrina tan cariñosa como siempre y aquel tipo siguiéndola como sombra.
-Hiug.- respondió
ella en respuesta, sin cambiar el tono de voz y mirándolo… con
desprecio y ganas de matarlo, solo para que callara esa boca. Preferiblemente hasta
su muerte. Haría un gran favor a la humanidad.
-Tan
hermosa y esplendorosa. Nunca lo dudo de ti…- inicio casi gritando.
-Baja tu tono y ve
al grano.- corto el tema, girándose sobre sus talones, entrando al gigantesco
comedor. Decorado en colores neutros y cientos de rosas de diferentes colores, llenando el lugar de aquella suave fragancia. Hiug la
siguió riendo por lo bajo y Samuel ya ni se encontraba. Había ido a ir a buscar
la comida.
-Tu amor, me cala
hasta lo mas hondo.- el hombre continuo con el drama, haciendo un par de
expresiones innecesarias, acompañadas de pucheros.
-Despreciable.-
murmuro Celeste en un suspiro. Nunca cambia ese tipo, en definitiva.
-Lo se cariño, es
parte de mi encanto.- sonrió mas amplio y la miro directo a los ojos, con
aquellas gemas plateadas, los ojos de la muchacha tan azules como el océano, no cambiaron en ningún momento… seguían igual
de vacíos y fríos. Nadie podía cambiarlos, ni el mismísimo diablo en persona.
-Te repito… ¿Qué
quieres? No tengo todo mi tiempo, para ti. Tengo muchísimas cosas que hacer.-
la chica estaba a unos segundos de levantarse de su asiento y largarse para
cumplir sus trabajos diarios. Pero no pudo. Su mayordomo apareció de la nada
con el almuerzo, el cual le dio a ambos. Los dos comieron sin dirigirse palabra
alguna. Tal vez así, pasaría todo mas rápido. Terminando el almuerzo y casi de
manera inmediata, apareció el hombre de negro con el carrito de te y todos los
postres. La desgraciada adicción y punto débil de Celeste. Ahora si que no se
podría escapar.
-Disfruten el te de
hoy, tenemos earl grey y unos pastelillos de chocolate con frutas en
acompañamiento.- el mayordomo inicio con su ama y luego le entrego su parte a
el amo Hiug.
La rubia tomo su
tasa y como siempre cerro los ojos unos segundos, cuando llevo el te a sus
labios… aspirando el dulce aroma. Earl grey, su favorito. Sonrió casi de manera
imperceptible, para luego tomarlo. Al terminar el primer sorbo, regreso la
vista al hombre que se hallaba sentado al otro lado de la mesa, que desde el
inicio no aparto la mirada de la joven, captando cada movimiento. ¿Para que? Ni
idea.
-Eres hermosa.-
soltó como si nada, ahora el tomando su te.
-¿A que viene eso?-
su cabeza se inclino tenuemente, de verdad que se trae entre manos.
-Tu rostro, siempre
me recuerda a mi hermano y me trae tantos buenos recuerdos.- aquel comentario
casi se sintió como si el hablara solo. Celeste estaba a punto de gritar algo,
pero Hiug prosiguió- Tu no lo recordaras, porque solo tenias cinco años… pero
un día como cualquiera, que vine a visitar esta casa y tu como siempre corriste
a mis brazos a saludarme. Tu padre me hizo una petición o mas bien fue un
comentario, que aun no estoy del todo seguro, si se lo pedía a el mismo o a mi
“Celeste, ella es una pequeña tan fuerte y decidida, se que será una gran
mujer. Pero sola no podrá, es tan enérgica como débil y se que no podre dejar
tanta responsabilidad en sus manos. Y posiblemente al final, sea el malo del cuento,
sin embargo cuando ella cumpla los dieciséis. Necesito tu ayuda, para conseguir
posibles prometidos para mi hija… no me importa, lo que piense. Así se hará.
Por favor, confió en ti”.- se detuvo por un segundo y luego sonrió con
nostalgia- Se que ahora seré el malo de la historia, pero cumpliré el deseo de
tu padre.- concluyo.
-¿Qué?- la chica se
levanto de golpe y un sudor invisible recorrió sus manos. ¿Qué clase de
petición tan ridícula, era esa?
-Lo que oíste, puedes hacer todos los
berrinches que desees. No me interesa. ¿Sabes? Nunca fui un buen hermano, pero
cumpliré la única petición que me hizo de una manera tan seria, que los vellos
de mis brazos se erizaron.- por primera vez y por los dieciséis años que
Celeste llevaba viviendo, vio como Simon Hiug mantenía una mirada completamente
dura y sincera. Como si tratara de trasmitir que no daría su brazo a torcer. Un
nudo en el estomago se le formo a la chica. No lo queda de otra.
-De acuerdo.- asintió derrotada y
bajando la cabeza. Si era tan cierto aquello, ella no dudaría. Era su padre,
después de todo.
-Perfecto, en una semana los traeré
para que los conozcas.- Hiug se levanto y camino hasta ella. Tomando su mano y
luego depositando un beso en esta.
-¿Y como se que podre confiar en
ellos?- de repente jaloneo su mano, regresando su duda y mostrándose poco
convencida.
-No te preocupes, lo tengo todo
planeado. Ya luego te relatare mi plan, cuando el llegue el día de la
presentación.- su sonrisa picara resalto en su mejilla derecha- Nos vemos en
una semana.- soltó de golpe. Girándose y caminando a paso despreocupado hacia
la puerta, luego dando una despedida de mano y cerrando la puerta.
-Samuel.- la joven llamo a su mayordomo
a penas su tío había desaparecido.
-Dígame.- camino casi volando hasta
ella.
-De verdad no puedo ni pensar, prepara
mi vestido para la fiesta. Quiero que esto acabe de una buena vez.- se paro y
también se dirigió a la puerta. Pero en vez de seguir el camino de Hiug, se
encamino a su habitación.
Luego de un par de horas, Celeste
Applewhite se encontraba completamente lista. Con un hermoso vestido azul
marino, lleno de listones negros y un peinado recogido, que adornaba su hermosa
cabellera rubia con prendedores de diamantes. De accesorios, como siempre
cargando su típico collar y anillo. Agregándole aquel anillo, que solo usaba en
eventos sociales que representaba a su familia, era de plata y una gran piedra
de color zafiro, que encajaba perfectamente en su dedo meñique.
El carruaje la esperaba en la entrada y
su mayordomo a un lado, con la puerta abierta. En la espera de la partida de su
joven señora, que como siempre iría con ella. Solo unos minutos después ella
apareció. Caminaba con la barbilla en alto y la mirada fija, toda una mujer que
demostraba ser poderosa. Claro, era lo que había aprendido en sus años de vida.
Nunca mostrar debilidad y mucho menos emociones.
-Se ve esplendida, como siempre.- la
acortejaran Fred y Marcus, los gemelos y actuales sirvientes mas importantes de
la mansión.
Los miro a ambos y asintió. Con ayuda
de Samuel, entro al carruaje para que el luego lo abordara y sin mas partiera.
-Joven ama, ¿Esta de acuerdo, con lo
que le dijo esta mañana el Señor Hiug?- el mayordomo rompió el silencio, los
ojos azules de ella se clavaron de inmediato en el.
-Por supuesto que no.- respondió
enseguida.
-Y entonces ¿por qué acepto?- Samuel
sonaba algo interesado, pero de sobra se le notaba que tenia ciertas ganas de
burlarse.
-No es tu problema.- lo corto sin mas.
Sus ojos se volvieron de hielo. Se acomodo los guantes negros que resaltaban
por aquella piel tan pálido. Y luego lo ignoro.
-Jeje.- fue la respuesta que obtuvo de
su mayordomo.
-Tu solo, sigue tal como has hecho
hasta ahora. Si yo te doy una orden, igual la harás. O es que… ¿Tendrás las
agallas, para romper el trato?- sonrió de medio lado y regreso su vista a el.
-Claro. ¿Cómo seria capas de
desobedecerla? Acaso, ¿alguna vez he hecho lo contrario?- la reto esta vez de
manera burlona el.
-Por los momentos.- se encogió de
hombros- Solo te recuerdo.- el carruaje se detuvo. Era obvio que llegaron al
destino. Samuel aun manteniendo su rostro maquiavélico, se bajo y luego tal
como la ayudo a subir, realizo el mismo acto, para que pudiera bajar con mayor
facilidad. Celeste al pisar tierra firme, solo se dedico a caminar y entrar a
la celebración, que a ella no le importaba ni un comino.
Mientras caminaba de manera casi
automática, por su mente fluyo los recuerdos de cómo conoció a Samuel.
*Flashback*
-Gusto en conocerte.- una figura
masculina se atravesó en su campo de visión. La joven que se hallaba con la
mirada perdida y con expresiones espeluznantes, lo miro sin demostrar nada,
saliendo de su burbuja oscura en la que se encontraba sumergida, en una de las
esquinas de su habitación. Se encontraba abrazando sus rodillas y arrastrando
las uñas por el suelo, el cual ya estaba marcado con profundidad. Su cuerpo
también portaba cicatrices frescas, de uñas, que recorrían desde su pecho, vientre,
brazos, piernas y rostro. Casi ningún espacio de la pálida piel estaba en
condiciones, sino toda maltratada y se podía ver en ciertos lugares la carne.
Mas sin embargo cierto lugar se encontraba en peores condiciones, casi
desgarrado el musculo, y ese era el lado izquierdo del su cuello.
-¿Quién eres?- su pregunta hizo eco en
la habitación. Aquel sonrió y una sonrisa blanca, sumamente macabra se extendió
en su rostro.
-Seré quien tu quieras, pero
principalmente vine aquí porque quiero hacer un trato, contigo.- el hombre
camino un par de pasos y se agacho hasta llegar a la altura de ella, clavando
unos orbes escarlatas en los ojos azulinos de la joven.
-¿Qué clase de trato?
-Tu alma, esta llena de odio, venganza
y de oscuridad. Pero a pesar, se ve tan deliciosa y dulce.- la sonrisa se
amplio- Deseas revancha y yo te ayudare a obtenerla.- asintió como si fuera
obvio.
-¿Tu no eres humano?- los ojos de
Celeste se ampliaron ligeramente y con todas sus fuerzas trato de descifrar los
rasgos de la creatura desconocida.
-Muy perspicaz.- le alago esta vez
acercando mas el rostro de nuevo.
-¿Qué eres?- su pregunta no demostraba
miedo, solo duda.
-Un demonio.- contesto de manera
burlona- ¿Entonces, haremos un trato?
-Si.
-Excelente, yo cumpliré toda tu venganza
de la manera que desees. Luego cuando todo haya acabado. Recibiré mi
compensación.- se paro de un movimiento y la llevo a ella también, pegándola
contra su cuerpo. Acaricio los rasguños
del rostro de la preciosa joven, haciéndolos casi como por arte de magia
desaparecer al igual que el dolor.
-¿Mi alma?- solo se cercioraba, aunque
al final a ella no le importaría. Le daría todo lo que tiene casi quedándose en
la calle, solo para que pudiera obtener sus deseos. El demonio asintió- Tenemos
un trato.-extendió su mano, para estrechar la de el. Pero la ignoro y en cambio,
dirigió su mano al cuello en la parte izquierda de Celeste y un toque le
recorrió el cuerpo. De esa forma apareció la cicatriz de estrella y púas. El la
separo y luego vio como una cicatriz que al día siguiente se daría cuenta que
era la misma, se extendía por la mano derecha de la figura a la cual no le
podía ver el rostro- ¿Cuál es tu nombre?
-El que desee.- las cicatrices de ambos
aun brillaban. Creando una tenue luz.
-Tu nombre será Samuel, Samuel Jones y serás
mi mayordomo.- la chica se separo y hablo con una voz mas clara y fuerte.
-¿Así que seré su mayordomo?
Fascinante.- murmuro y luego una luz envolvió al demonio, haciendo que de la
nada las velas se encendieran. Ahí fue cuando por primera vez vio, al que seria
casi su sombra. Samuel, que parecía un hombre joven, de cabellos como la noche
algo largos y desordenados, ojos fuertes, un cuerpo fornido y trabajado, a
demás de alto. Enfundado en un traje negro.
*Fin del
Flashback*
-Buenas noche Lady Applewhite.- alguien
intento captar la atención de la chica, la cual regreso de golpe a la realidad.
Miro al dueño de la voz, un chico que probablemente tendría su edad de
cabellera rubia como el sol, la cual resaltaba unos ojos verdes- Mi nombre es Vincent,
Vincent Drem.- en su mente, busco la lista de nombres de los nobles y lo
encontró, hijo de el dueño de la bolsa inglesa.
-Encantada.- tomo su vestido haciendo
la reverencia de toda dama, la cual el imito pero como lo haría un caballero.
-¿Le gustaría bailar?- genial, quería
terminar lo mas aprisa esa velada y ahora tendría que bailar con un hijito de
papi. Asintió y se dejo llevar hasta la pista. Cada uno tomo su posición, para
luego iniciar la danza que a ellos parecía vérsele tan natural. A demás que
ambos encajaban tan bien desde el exterior, mas ella solo quería que el
muriera. Sino, estuviera en un lugar rodeada de gente, le ordenaría a Samuel a
terminar con la vida de ese tipo.
-Eres muy bella, créeme opacas a todas
las demás.- la alago con aires algo fingidos. Ella sonrió mas no dio una
respuesta a eso, no valdría la pena.
-Disculpa.- una voz se escucho a las
espaldas de la joven, ella suspiro y el rubio con quien bailaba se vio algo
enojado. Al parecer, habían arruinado su movida. Celeste se sintió aliviada,
mas sin embargo molesta de seguir con eso del baile. Que a pesar de que ella le
iba de maravilla en eso, lo detestaba con toda su alma. Otro par de brazos la
rodearon y de inmediato unos ojos chocolates se clavaron en ella, un joven de
lisa cabellera y cara de niño, la observo y sonrió enseñando sus perlas
blancas- Mucho gusto, me llamo Alex Treiz.- otro hijo de papi y lo peor que con
gemelo, heredero de las compañías Trek de trenes, la mas famosa de Europa.
Bailo casi lo mismo que con Vincent,
probablemente unos quince minutos y luego el chico de ojos castaños, le
presento a su hermano, Austin… con el cual también tuvo la obligación de
bailar. En realidad, ya se sentía mareada y quería largarse.
Como si leyera sus pensamientos, Samuel
apareció poco después, anunciando que debían retirarse por asuntos de carácter
importante. La joven como tal, se despidió de aquellos hermanos, los cuales no
terminaba de agradarles y salió de ahí lo mas rápido y de forma elegante que le
permitió la etiqueta de alta sociedad.
El carruaje la esperaba y sin demorar
mucho entro, pero antes de que pudiera irse y justo cuando miro el camino que
había recorrido. Vio a un hombre, de cuerpo musculoso y altura excesiva, de
cabellera corta, el cual fumaba un cigarrillo de manera despreocupada. A pesar
de que quería seguir observándolo, tuvo que apartar la vista, ya que la mirada
de aquel se poso en ella… de manera acusatoria y llena de rencor.
-¿Se encuentra bien, joven ama?-
pregunto Samuel a Celeste, al verla tan pálida como el papel. Mas ella agito la
cabeza. ¿Qué rayos? ¿Por qué su cuerpo había reaccionado de esa forma? Ella no
lo sabe, pero ese tipo solo produce escalofríos y lo único que espera es mas
nunca verlo en la vida… al igual que los otros tres acosadores con los que
bailo.
No dire nada, porque se que seran estupideces. Espero les haya gustado. Espero sus coments y sus tomataasos DD:. las adoro mis amores, y yo pire. Chaii :3
4 comentarios:
Me ha fascinado y me ha enganchado espero el capitulo 3 con ansias. Besos♥
me encanto !!!!!!!!!!!!!♥ ese trato juju, ya quiero leer mas♥
Me encanta, que lindo tu blog.
Un beso!
¡Hola Vivi! ¿cómo estás? Si, lo sé, tarde un poquito en leerte, pero aquí estoy, maravillada con todo lo que escribes *-*.
Y tenia una leve sensación de que Samuel era algo raro ¬¬, bueno ahora ya sé porque. Me gusta el carácter de Celeste, y quien sera ese hombre que apareció al final... *-* ¡misterio!
Bueno, me ha encantado el capitulo, como siempre ^^.
Cuídate muchísimo, y adiós.
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